domingo, 15 de diciembre de 2019

El formato de cine amateur Super-8

Algunas películas Súper-8 que conservo.

El formato de cine Super-8 fue una mejora realizada al formato de 8 mm. La idea consistió en disminuir el tamaño de las perforaciones que sirven para el arrastre de la película y, de esta forma, la superficie del fotograma era más grande, lo que se traducía en mayor calidad de imagen.
Los cartuchos de película estaban hechos de duro plástico negro, para hacerlos estancos a la luz. Se insertaban en el compartimento del tomavistas, y ya solo restaba apretar el disparador. Esos cartuchos cabían en la palma de una mano, y tenían una longitud de 15 metros lo que, reproduciendo a una tasa de 18 fps (fotogramas por segundo), que era la estándar para la película virgen muda, su duración era de tres minutos.
La película Super-8 estaba ajustada para ofrecer una temperatura de color correcta bajo iluminación incandescente (la de las bombillas y lámparas de tono amarillento). Al colocar una antorcha de iluminación en el tornillo de la cámara, se quitaba un filtro que hacia posible una exposición correcta con luz de día, y así quedaba preparada para la exposición de fábrica con luz artificial.

El sonido en la película Super-8

Hasta el año 1975 no se introdujo la grabación de sonido directo en el formato. Hasta entonces, era práctica común grabar el sonido en un magnetófono e intentar sincronizarlo en la proyección. Otra forma mejorada de lograr la sincronización era enviar la película a un laboratorio para que le pegase una banda magnética de sonido y en ella se grababa el audio registrado en el  magnetófono. Lo normal consistía en poner solo una banda magnética a lo largo de unos de los bordes. Sin embargo, era recomendable, y más caro, ponerla en ambos lados de la película para que ésta se mantuviese bien plana al pasar por la pequeña ventanilla sobre la que incidía la luz.
Con el mismo proyector sonoro se podía añadir voz, música o efectos de sonido.

La edición en Súper-8

Una vez que en la película se veía la palabra “exposed” era el momento de enviarla por correo al laboratorio envuelta en el sobre con portes pagados que se incluía. Ese estado de espera hasta que llegaba el rollo revelado tenía su parte de emoción y excitación. Hoy día, podemos grabar cualquier cosa y, acto seguido, ver el resultado. Esto nos permite enmendar algún error que hayamos cometido, pero hace desaparecer esa especie de dulce espera por el material revelado.
Existían a la venta bobinas en las que cabían metrajes mayores de 15 metros. Un buen proyector podía reproducirlas de 60, 120… metros pues era práctica común unir varios rollos de 15 metros o bien el producto final de un montaje de cualquier duración.
Para efectuar la edición o montaje, existían dos formas: Unión de los trozos de película con cinta adhesiva o por pegado. Yo tuve una empalmadora, una especie de prensa que funcionaba por este último sistema. Lo primero que había que hacer era lijar un par de milímetros de uno de los dos extremos a juntar para quitarle la emulsión, luego se le aplicaba un líquido, que por lo general era acetona y, en la empalmadora, se solapaba el segundo trozo sobre el primero, se cerraba la prensa y se dejaba unos minutos así. Nunca me gustó el resultado pues, al poco tiempo, esta película pegada se rompía al pasar por el proyector. Una buena solución, aunque no barata, a este problema sería hacer una copia de la edición original. Teniendo todo esto en cuenta, la edición de vídeo digital es una especie de retorno al paraíso.

  La proyección en Super-8

 

Proyector Bell & Howell que tengo en casa.
Existía una gama muy variada de proyectores. A menudo, venían equipados para reproducir tanto cintas en 8mm como en Súper-8, lo que venía a satisfacer a los usuarios que tenían material del primer formato y facilitarles la transición.
Por regla general, basta con introducir un poco el comienzo de una cinta en el proyector y éste se encarga de todo lo demás, de pasarla ante la ventanilla y recogerla en la bobina de la parte de atrás. Se debe elegir el tamaño de pantalla deseado con el objetivo zoom y realizar un buen enfoque. Se puede reproducir sobre una superficie blanca, como una pared, o bien sobre una pantalla de las existentes en el mercado.
El proyector sonoro tiene altavoz incorporado pero, si se desea, se le puede conectar a la toma de salida de sonido un altavoz con un cable largo y ponerlo junto a la pantalla, lo que ofrece una superior experiencia.
Al estar los cabezales magnéticos que leen el sonido situados más adelante que la ventanilla por donde pasa el fotograma en el proyector, la imagen y el sonido no eran coincidentes en el mismo punto de una cinta Super-8. Era el llamado decalaje. ¿Problema en la edición con sonido directo?
Existían a la venta bobinas en las que cabían metrajes mayores de 15 metros. Un buen proyector podía reproducirlas de 60, 120… metros pues era práctica común unir varios rollos de 15 metros o bien el producto final de un montaje de cualquier duración.

¿Se puede comprar y revelar película Super-8 en al año 2019?

 

Hay aficionados que hacen revelados de forma casera, a excepción de la película Kodachrome 40, y el proceso es similar al revelado de carretes fotográficos. Sin embargo, no sale rentable si no tenemos pensado revelar en grandes cantidades, y siempre es aconsejable acudir a algún profesional.
En Internet hay lugares en los que se pueden comprar cartuchos de película súper-8, y también revelarla. Por ejemplo, un sitio donde poder hacerlo en España es Fotocasión.  El revelado y la colocación de bandas magnéticas para el sonido se puede hacer aquí en Retrolab o en foto-r3

Películas comerciales en Super-8

Había a la venta, y en alquiler, películas comerciales. Unas eran largometrajes completos en varias bobinas de 180 metros, otras, en cambio, eran sólo escenas seleccionadas en una sola bobina más pequeña. Estas películas comerciales debían ser reproducidas a una tasa de fotogramas de 24 fps, el estándar de la industria para obtener una buena calidad de sonido.
 

sábado, 30 de noviembre de 2019

Dibujos animados.

Cuando éramos niños pudimos disfrutar con gran cantidad de personajes e historias que no existían en la realidad. Personajes como Bugs Bunny, El correcaminos, Tom y Gerry,  El pato Donald, Los Picapiedra... sólo existieron en la imaginación de sus creadores, quienes los plasmaron en kilómetros y kilómetros de celuloide para compartirlo con el mundo.

Algunos de nosotros, cuando íbamos a la escuela (ahora más llamado "colegio"), nos dedicábamos, anunciando el surgir de una temprana vocación, a dibujar en los bordes de las páginas de algún libro las sucesivas partes de un movimiento para luego, al pasarlas con el dedo, crear la ilusión del dibujo animado. En el siguiente vídeo, muestro una de esas jóvenes obras de animación realizadas por mí. Le he añadido efectos de sonido.



El cine de animación tuvo sus orígenes muchísimo tiempo antes de la invención del sistema de captación de imágenes reales en movimiento inventado por los Hermanos Lumiere y Edison. El colosal aporte del cinematógrafo consistió en facilitar, en gran medida, el registro de las fases del movimiento de los dibujos, para después reproducirlos sobre una pantalla grande. Desde entonces, artistas como Pat Sullivan, Max Fleischer, Walt Disney, William Hanna, Joseph Barbera o Ralph Bakshi, unos para el cine y otros para la televisión, elevaron la creación de dibujos animados a la categoría de obra de arte y de industria.

El dibujo animado clásico se realizaba dibujando los momentos clave y los de relleno sobre una superficie plana (2D). Existían los dibujos animados de movimiento completo (cada fotograma contenía una parte diferente del movimiento), y los de movimiento limitado, en los que varios fotografmas contenían el mismo movimiento antes de pasar al siguiente.

Hoy día, los ordenadores no sólo facilitan mucho más la paciente tarea de crear una obra de dibujos animados, sino que son capaces de generar imágenes y personajes de forma completamente virtual con apariencia de tres dimensiones (3D).

El gran Carl.Th. Dreyer auguraba un gran futuro a la categoría de dibujos animados, y así ha sido y seguirá siendo, sin duda.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

domingo, 1 de septiembre de 2019

Libros recomendados sobre hacer cine.

Se suele decir que existen dos escuelas a la hora de aprender a hacer películas: Los centro docentes y la práctica directa.

En la Historia del cine hay grandes directores que decidieron elegir cualquiera de estas dos vías.

Entre los que nunca fueron a clases de cine se encuentran: Akira Kurosawa, Quentin Tarantino, Stanley Kubrick, Werner Herzog, Alfred Hitchcock etc. Sin embargo, Steven Spielberg, William Friedkin, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Roman Polanski sí recibieron formación académica.

Es posible que la vía autodidacta llegue a conformar una personalidad y unas formas de hacer más genuínas y personales lo que, en principio, sería  menos lógico de lograr siguiendo las directrices y formas de un personal docente.

Como se suele decir: Las reglas están para romperlas. Sin embargo es más fácil decirlo que hacerlo, pues no todos los artistas poseen esa seguridad en sí mismos que les permita alejarse de lo aprendido para seguir los senderos marcados por sus propias luces.

Los artistas con más personalidad y mayor confianza en sí mismos darán la bienvenida al conocimiento venga de donde venga, y lo desecharán o asimilarán fieles a su propia capacidad de discernimiento.

En la columna de la derecha he listado algunos libros muy recomendables sobre el tema de hacer cine. 

EL ÚLTIMO ACTO. Escena primera.

Éste es el "Storyboard" de la primera escena de "El último acto", cortometraje en preparación.